Curiosidades
Un kayak de hongos desafía al océano: la travesía inédita de Sam Shoemaker
La embarcación, creada por Sam Shoemaker, busca demostrar que los biomateriales, en este caso micelio, pueden reemplazar al plástico. El kayak atravesó 42km en mar abierto como prueba inicial.
El artista y micólogo californiano Sam Shoemaker logró una hazaña tan llamativa como inédita: construyó un kayak completamente hecho de micelio. Que es la red de filamentos que forma las raíces de los hongos, combinado con fibras vegetales, y lo utilizó para recorrer 42 kilómetros de mar abierto entre la Isla Catalina y San Pedro, en California. La travesía, que se extendió durante unas 12 horas, se convirtió en el recorrido más largo registrado para una embarcación construida con materiales de origen fúngico.
Para fabricar el kayak, Shoemaker cultivó micelio silvestre de la especie Ganoderma polychromum, inoculado en un sustrato de cáñamo dentro de un molde reutilizado de fibra de vidrio. El proceso demandó casi cuatro semanas de crecimiento y varios meses de secado, antes de sellar la estructura con cera de abejas. El resultado fue un casco rígido, hidrofóbico y con una textura similar al corcho, capaz de soportar el oleaje del Pacífico.
El proyecto forma parte de “AquaFung”, una línea experimental que investiga cómo los biomateriales derivados de hongos pueden reemplazar plásticos, espumas y fibras sintéticas en diversos objetos. Shoemaker integra una comunidad internacional de artistas, investigadores y diseñadores que ven en el micelio una materia prima sustentable para fabricar muebles, indumentaria, estructuras e incluso embarcaciones que puedan biodegradarse al final de su vida útil.
Durante la travesía, además de las dificultades propias del mar abierto, Shoemaker vivió una experiencia inesperada: una ballena se acercó a su embarcación, un episodio que él describió como “psicodélico”. Ese encuentro terminó de reforzar el carácter simbólico del proyecto, que pone en diálogo al ser humano, la naturaleza y la innovación material.
Sin embargo, los desafíos tecnológicos aún son importantes. El proceso de fabricación es largo, requiere un secado minucioso y resulta más pesado y lento que un kayak tradicional, por lo que todavía se trata de un objeto artesanal más que de un producto apto para su producción masiva.
Aun así, la experiencia deja un mensaje contundente: los materiales vivos pueden funcionar en condiciones extremas y ofrecer alternativas reales al plástico. Con esa convicción, Shoemaker anunció que publicará su método de forma abierta, con el objetivo de que otros puedan replicarlo, mejorarlo y avanzar hacia desarrollos más eficientes y sostenibles.