Córdoba
La misión imposible de llegar a fin de mes: “Nuestra plata no vale nada”
“Nuestra plata no vale nada. El año pasado fue muy duro de sobrellevar. Hace unos años atrás íbamos al supermercado con mil pesos y llenábamos el changuito. Hoy volvemos con dos cosas” dice Guillermo, sostén de una familia de siete personas.
Guillermo Altamirano y Natali Molina viven en barrio General Savio. Tienen cinco hijos, por cuatro de ellos recibe la asignación universal por hijo y además Natali es titular del Plan Potenciar Trabajo. Los niños tienen 6, 11, 13, 17 y 21 años.
Natali sufrió un accidente hace 2 años que le impide trabajar. Actualmente, Guillermo se está recuperando de una lesión en la mano que tampoco le permite asistir al trabajo, por lo que las complicaciones para llevar un plato de comida a la mesa se agravaron las últimas semanas.
Además, esta familia abrió un comedor que le da asistencia alimentaria a las familias de la zona. “Veíamos nuestra necesidad y nos poníamos en el lugar del vecino, que también estaba pasando por lo mismo. Decidimos hace 5 años, con ayuda de otras personas, abrir un comedor y le damos de comer a 60 personas. Empezamos con 20 y se fueron sumando más” explica Natali.
La inflación golpea a todos los sectores por igual, pero sin dudas que complica mucho más a aquellos cuyos ingresos son bajos. El nivel de la alimentación no cumple con las necesidades básicas y la carne termina siendo un lujo poco habitual. “Se hace difícil, pero hay que seguir luchándola. Vas a la carnicería y no te alcanza, te tenes que conformar con lo más barato que es la molida y el pollo” cuenta la mujer.
Sobre la comida habitual tanto en el comedor como en su casa, detalla: “Hacemos mucho arroz, hoy que está frío un guiso de arroz con lenteja o polenta. Cuando cobramos comemos una milanesa, pero no da para más”.
A pesar de eso, mucha gente cuestiona la asignación de planes sociales para las familias como la de Guillermo y Natali. Sin embargo, ellos desmitifican la cuestión: “Cuando cobramos los planes, esa plata nos dura dos días. Y después vivo del fiado. Cuando cobramos tratamos de pagar para que no se corte”.