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Entre narcos: víctimas de las balaceras en Rosario

Tiros, tiros y más tiros. Parece una guerra lo que se vive en Rosario. Pero con un solo ejército: el de los narcos. Enfrente está la población indefensa, víctima de homicidios, extorsiones y hasta usurpaciones de casas.
Por Telefe Córdoba

Actualidad: Entre narcos: víctimas de las balaceras en Rosario

En un informe especial, un equipo de Telefe Noticias viajó a la ciudad santafesina de Rosario para conocer las historias de quienes sufrieron en carne propia los ataques de estas organizaciones que tienen a la banda de los Los Monos como apenas la punta del iceberg.

Es que el negocio del narcotráfico no se limita a la comercialización de drogas. Tiene muchas aristas. Una de ellas es la usurpación de casas para convertirlas en bunkers. Y para eso primero llega la amenaza. Y después, si el dueño no abandona la casa, vienen los tiros.

Eso le pasó a Guillermo, del barrio La Tablada, a quien le dejaron un papel en la puerta de su casa exigiéndole un pago de 200 mil pesos o la casa. No le dio mayor importancia hasta que unos días después lo sacudieron cinco balazos que atravesaron la puerta. “Estaba con tres amigos y justo habíamos ido a la pieza a ver una película. Si nos quedábamos en el comedor nos podrían haber matado por la trayectoria que tuvieron la balas”, cuenta.

A Lucas, dueño de una concesionaria de motos, le pasó algo parecido. En su caso le exigieron el pago de 500 mil pesos. Y como se negó, dos días después aparecieron dos jóvenes en moto y le dispararon 16 balazos contra el frente del local. “Si no me tiraba al piso me mataban”, cuenta todavía en estado de shock.

En el caso de Omar le exigieron 25 mil dólares a través de un mensaje de WhatsApp. También se negó. Y también le acribillaron el frente a balazos. La escena fue presenciada por una mujer que esperaba el colectivo y que, del susto, se murió de un infarto.

Nadie está exento de la violencia armada que azota a Rosario. Gabriela puede dar fe de eso. El fin de semana pasado le acribillaron a tiros dos veces su casa. No hubo advertencia, ni extorsión previa ni nada. “Creemos que fue por error, que se confundieron de casa”, dice todavía en estado de conmoción.

Así se vive en Rosario. Una ciudad jaqueada por el crimen organizado, donde nadie se siente a salvo. Y donde cada día se refrenda su viejo mote de “la Chicago argentina”, la capital nacional de la mafia.