Crecen las convivencias en Argentina, pero Córdoba apuesta al matrimonio: relaciones y derechos

En Argentina, los matrimonios han disminuido significativamente en las últimas décadas, mientras que las uniones convivenciales muestran un crecimiento sostenido. Hoy se celebran menos de la mitad de los matrimonios que en 1980, y cada vez más parejas optan por convivir sin formalizar su relación.

El matrimonio sigue ofreciendo mayores derechos legales y patrimoniales desde el inicio de la unión: protege bienes, vivienda, filiación y otorga beneficios hereditarios, además de permitir elegir distintos regímenes de bienes. En cambio, la convivencia simple no genera derechos automáticos, dejando a los convivientes desprotegidos ante situaciones como la muerte de uno de ellos o conflictos patrimoniales. Para acceder a beneficios legales, es necesario registrar formalmente la unión convivencial o firmar acuerdos específicos.

A nivel nacional, la tendencia se mantiene desde hace más de treinta años: la convivencia se consolida como la opción preferida, aunque el matrimonio sigue siendo la vía que brinda mayor protección legal. La unión convivencial formalizada exige al menos dos años de vida en común y un domicilio compartido, pero no garantiza derechos hereditarios ni participación en bienes salvo acuerdos específicos. La convivencia simple, por su parte, no protege automáticamente el hogar ni los recursos económicos, lo que puede generar problemas significativos en caso de conflicto o fallecimiento.

Sin embargo, en Córdoba la dinámica muestra un matiz diferente. Tras la caída histórica de matrimonios en 2020 por la pandemia, la ciudad experimenta un crecimiento sostenido desde 2021, cuando se registraron 2.078 uniones. Esta cifra aumentó a 2.248 en 2022, 2.548 en 2023 y 2.629 en 2024, un incremento del 3,2 % respecto al año anterior y del 26,5 % comparado con 2021. 

Durante 2024, se realizaron en promedio 7,2 matrimonios diarios, cifra que sube a 10,68 considerando solo días hábiles; para 2025, los promedios se mantienen estables, en 6,66 y 9,35 respectivamente. Esto sugiere que, al menos en Córdoba, casarse ha vuelto a ser una opción atractiva, especialmente entre los jóvenes.

Este cambio en las relaciones refleja también una transformación sociológica y cultural más amplia. La percepción sobre el compromiso, el futuro y la autonomía personal influye en cómo las parejas deciden vincularse. Las instituciones tradicionales pierden fuerza simbólica, mientras la convivencia se consolida como expresión de libertad y flexibilidad. Sin embargo, esta mayor autonomía todavía deja vacíos legales que no han sido plenamente abordados en la agenda social y jurídica del país.