Córdoba
Crimen de Nora: La mujer que denunció a Lacase por abuso sexual recuerda, “joda todos los días”
Ex empleada todo servicio, la mujer detalló la intimidad del hogar en el que trabajó durante casi cinco años: “Había joda todas las noches”, sostuvo. Una historia de acoso, maltrato y violencia de género en aquella alta sociedad riocuartense.
Quien denunciara al ex vocero y abogado de Marcelo Macarrón, Daniel Lacase, por abuso sexual, habló de viajes a Buenos Aires, tenencia de armas, contactos políticos, ropa con fajos de dinero y valijas con dólares, todo lo cual formaba parte de la rutina cotidiana.
En la última jornada de la semana pasada, causó conmoción la revelación de la mujer –cuyo nombre ficticio es Eme- que contó en exclusiva al Puntal de Villa María, cómo fue abusada por Daniel Lacase cuando trabajaba en su casa de Villa Golf. En su relato recordó que trabajó en dos viviendas del por entonces funcionario de la Secretaría de Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico que presidía su amigo y mentor político Julio César Aráoz, un dirigente del peronismo cordobés que supo tener una sociedad con el capitán Héctor Vergez, connotado represor del campo de concentración La Perla en los años del terrorismo de Estado.
En la década de los ’90, pleno auge del menemismo, Lacase era ciertamente un hombre poderoso. Y ese poder se reflejaba dentro y fuera de su casa. Eme recuerda que ingresó a trabajar poco tiempo antes de que Lacase fuera designado en el gobierno menemista: “Entré a trabajar en el centro, cuando vivían en la calle Cabrera. Estuve ahí como tres años”. La de Lacase era una familia ensamblada: “Él estaba casado con la fiscal y tenían una nena muy chiquita, creo que tenía tres añitos; ella tenía otro hijo (de su matrimonio anterior) y él una nena adolescente (de otra relación). Yo entraba a trabajar a las siete de la mañana y me iba a eso de las once de la noche, después de servirles la cena y dejar todo limpio”, recuerda.
Eme cargaba con toda la responsabilidad de la casa: hacía las compras, servía el desayuno, el almuerzo y la cena, limpiaba y hacía las labores del servicio doméstico. A veces otras empleadas la ayudaban, pero solían durar poco. “Hubo muchas chicas –recuerda-, pero entraban y salían todo el tiempo. A veces tenía ayuda, a veces no. No sé por qué duraban tan poco, yo creo que era por el acoso de él. Supe tener una compañera que estuvo uno o dos meses y se fue. Un día la encontré en la calle y le pregunté por qué se había ido y me dijo que en dos o tres ocasiones, cuando estaba haciendo el dormitorio, él la había acosado. Me dijo que prefirió irse antes de que la cosa pasara a mayores”, precisa.
Eme no olvida el mal carácter de su patrón y el maltrato al que sometía a las empleadas. “Era gritón, maltratador, violento, se enojaba si sacábamos fiado en la carnicería, pero tampoco nos dejaba dinero para hacer las compras”, sostuvo la mujer, recordando la pesadilla vivida en la casa de quien fuera un personaje poderoso hasta su caída en desgracia.