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“No te invito a mi cumple": una decisión de adultos que marca a los chicos

El bullying es el acoso escolar o comportamiento agresivo entre compañeros de colegio, aunque comienza en casa. Muchos chicos hoy se quedan afuera de los cumpleaños en las plazas, pese a ser el lugar público por excelencia.
Por Telefe Córdoba

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Actualidad: “No te invito a mi cumple": una decisión de adultos que marca a los chicos

Por Adriana Sandro*


A la salida del colegio Amelie le dice a su mamá: “Hoy nos vamos directo al parque, tenemos el cumpleaños de Lucas”. Lo raro es que ninguna invitación había llegado al grupo de padres de WhatsApp del colegio.

A lo lejos, madre e hija ven que algunos papás con sus hijos se alejan rumbo a la plaza sin ánimo de invitar a toda la burbuja, como se denomina hoy, en épocas de coronavirus, a un grupo de compañeros de grado.

¿Cómo se le explica a un niño de 5 años que lo dejaron afuera de un momento especial para compartir entre amigos? 

El bullying, también conocido como “acoso escolar” o “hostigamiento escolar“, es una palabra inglesa compuesta por la voz “bully”, que quiere decir “matón” o “peleón”, más la terminación “ing”, que indica la acción o el resultado de una acción. Este vocablo no está dispuesto en el diccionario de la Real Academia pero puede ser definido como el maltrato o la conducta agresiva de un determinado individuo hacia otro, que constantemente se repite con el fin de producir daño premeditadamente a éste.

¿Será que la pandemia es la excusa perfecta para el “bullying”?

Quizás siempre haya una buena excusa para hacer subgrupos dentro los grupos. Cuando los padres son amigos entre ellos suelen invitarse a los cumpleaños de sus hijos porque tienen el bienestar propio asegurado, pero ¿qué sucede con la elección de los niños?

“Decile a tu hija que no la invitaron al festejo de Pedro porque no sos amiga de la madre”, explica Carla fervientemente a otra mamá en la puerta del colegio.

O quizás sea la pandemia, que hizo estragos con la paciencia de los padres, haciendo maniobras creativas dentro de este contexto nuevo que no tiene manual de instrucciones. Más que vivirlo paso a paso. Aprender a ser padres, maestros, amigos, parejas, anfitriones de hogares y llevar una economía ajustada, pese a todas las dificultades.

Dentro de todos los cambios de hábitos que han tenido que adquirir padres e hijos durante la pandemia por Covid-19, trasciende el aumento en el uso de las pantallas. De un día para otro, los dispositivos móviles fueron la herramienta clave para que muchos de ellos pudieran continuar teniendo clases, realizar tareas o incluso compartir un momento de ocio y juegos entre amigos.

Según un estudio realizado por Google, un 85% de padres amplió el tiempo permitido de los niños y niñas para estar en la web. Y esto pudo haber generado complicaciones en los límites de uso que se habían podido establecer en momentos pre-pandemia, afectando los espacios de comunicación e intercambio con la familia o, en materia física, la postura corporal y el agotamiento de manos y dedos al momento de su consumo. Pues no hay que olvidar que las pantallas pueden afectar de forma directa a nuestro cerebro y salud mental.

“Si en el niño o niña aparecen cuadros de cefalea (dolor de cabeza), trastornos de sueño por reducción del tiempo de descanso o bien trastornos del comportamiento en los que se incluyen mayor irritabilidad y ansiedad, esto puede ser una sintomatología del uso de las pantallas, lo cual también podría llegar a provocar alteraciones en el desarrollo de relaciones interpersonales por aislamiento”, explica el Dr. Lucas Maenza, neurólogo infantil de INECO.

Como consecuencia de pasar más tiempo en soledad, ¿es posible que nos hayamos vuelto más individualistas y menos empáticos? ¿Ya estábamos funcionando de esa manera y la pandemia lo agudizó? ¿Cuál es el rol de los colegios ante estas nuevas maneras de funcionamiento escolar y social?

“Que cada uno invite a quien quiera a cada cumpleaños. No hay que preocuparse con todos los problemas importantes que trajo la pandemia”, consuela una madre a otra afligida porque su hija quedó afuera del convite.

¿Estamos en presencia de la expresión ´sálvese quien pueda´? ¿O es una manera exagerada de definirlo? Los problemas entre niños empiezan claramente en el núcleo familiar.

Pensemos entonces si el origen del bullying no está en cada hogar. Estamos sumergidos en una pandemia y casi todos tenemos alguien a quien llorar o cuidar. Quizás el secreto esté en no descuidar los detalles, a pesar de ver el bosque. Quizás cada árbol por sí mismo sea una revelación. Es decir, cada niño es una revelación que merece atención.

Al nacer un hijo, nace un diamante en bruto que pulimos con nuestros ejemplos diarios más que con las palabras. Es lo auditivo que resuena en la mente infantil, pero las acciones marcan el camino a imitar en lo concreto.

No olvidemos cuando escuchábamos a lo lejos, de oído, que en China había muertos por una epidemia y pensamos que no iba a tocarnos. Jamás lo imaginamos. Y nos tocó, no sólo el cuerpo, sino también el corazón.

Adriana Sandro es periodista en Telefe Noticias y Lic. en Psicología - MN 53315 

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