Tensión en el Caribe, EE.UU. retoma protagonismo militar

Estados Unidos realiza despliegue cercano a los 15.000 efectivos entre Puerto Rico y unidades navales del Comando Sur, incluyendo el portaaviones USS Gerald R. Ford. Se trata de la operación militar no humanitaria más grande en la región desde 1994. Entre las fuerzas enviadas destaca el 160º Regimiento de Aviación de Operaciones Especiales, especializado en misiones encubiertas, lo que ha generado inquietud en Caracas. El gobierno de Nicolás Maduro acusa a Washington de “intimidación”, moviliza tropas hacia la costa y reactiva su discurso de defensa frente a una supuesta apropiación de recursos petroleros.

Pese a que la acumulación militar estadounidense no alcanza para sostener una invasión a gran escala, analistas advierten que revela un cambio profundo en la política exterior de la Casa Blanca. Tras dos décadas de sobreextensión en Medio Oriente y el desgaste de la guerra en Ucrania. Washington busca recentrar su poder en el hemisferio occidental, donde considera tener mayor ventaja estratégica. Este giro coincide con la creciente competencia con China, Rusia e Irán, cuya presencia en América Latina irrita a EE.UU.

Sin embargo, la respuesta regional no es homogénea. Venezuela ha estrechado su cooperación militar con Rusia, Colombia revisa su histórica alianza con Washington y Brasil reafirma su autonomía frente a presiones externas. Para expertos, estos movimientos muestran la pérdida de capacidad de EE.UU. para imponer su agenda hemisférica, mientras resurgen lógicas intervencionistas y una mayor autonomía de actores militares locales.

En este contexto, América Latina enfrenta un momento decisivo. La reactivación estratégica del Atlántico Sur, el fortalecimiento de la Cuarta Flota y la competencia global por la influencia regional plantean el desafío de definir una arquitectura común de defensa o, en su defecto, aceptar el liderazgo geopolítico de Washington en un mundo cada vez más inestable.