Perpetua para el adolescente que mató a una profesora y trasladó su cuerpo en un contenedor de basura

La Justicia británica condenó a pasar el resto de su vida en prisión a un adolescente que mató a una docente y trasladó el cuerpo en un contenedor de residuos para esconderlo.

Rocky Marciano Price, que tenía 16 años en el momento del asesinato, fue declarado culpable este viernes, según el fallo de la jueza Amada Yip.

El hecho se produjo el 12 de agosto de 2019 en el condado inglés de Lancashire.

Ese día Lindsay Birbeck, de 47 años, salió a dar un paseo por un bosque y fue atacada por Price, quien no conocía a la docente.

El cuerpo de la mujer, madre de dos hijos, fue hallado 12 días después por un paseador de perros en una tumba improvisada en el cementerio de Accrington.

Durante la autopsia detectaron que la causa de la muerte fueron unas graves heridas en el cuello y que habían intentado cortar una de las piernas. No hallaron rastros de agresión sexual.

Tras analizar unas 3000 horas de grabaciones de seguridad de la zona, los investigadores vieron a un joven empujando un contenedor de residuos azul, similar a uno encontrado en el cementerio.

Para obtener datos del sospechoso, la Policía divulgó las imágenes y el adolescente se presentó junto a su familia en la comisaría.

Durante las pesquisas y el juicio, Price negó haber cometido el asesinato y se declaró culpable de ayudar a "deshacerse de su cuerpo".

Según el joven, un desconocido que le ofreció "mucho dinero" para llevar el contenedor y arrojar el cadáver.

Pero la Fiscalía de la Corona consideró la versión del acusado de "ficción inverosímil".

"Nuestras vidas fueron completamente destruidas por el malvado y cobarde comportamiento del acusado y la horrible manera en que fue asesinada", dijo Sarah Birbeck, hija de la víctima.

Durante el proceso judicial, revelaron que Price tiene un coeficiente intelectual bajo de 65 puntos.

Sus profesores lo describieron como "muy tranquilo", "prácticamente no verbal" y con dificultades de aprendizaje, por lo que asistió a una escuela especializada local después de que le diagnosticaran autismo y trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

El detective Andy Cribbin se refirió al hecho como un "crimen despreciable" y remarcó: "A lo largo de la investigación y el juicio, el acusado tejió una historia de mentiras y trató de culpar a un hombre desconocido, que en realidad no existía".

"No mostró remordimiento alguno por su ofensa y la devastación causada a las vidas de la familia y amigos de Lindsay", concluyó el agente.