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Próvolo: luego de violarlo, lo llevaban al doctor y a comer hamburguesas
J.J.R. según sus iniciales declaró este miércoles en el juicio por los abusos sexuales a chicos sordos que estudiaban y dormían en el instituto de Carrodilla, Luján de Cuyo, provincia de Mendoza. La causa tiene a más de 20 víctimas que denuncian haber sido abusados cuando eran menores de edad y son 14 los acusados.
La declaración del joven fue grabada en cámara Gesell en junio del 2017 y reproducida durante la audiencia de este miércoles en el juicio (sólo se llegó hasta la mitad de la entrevista, por lo que continuará mañana).
En total, enumeró ocho episodios -aunque llegó a explayarse hasta el quinto esta mañana-, y relató en detalle una práctica común a la que fue sometido en, al menos, tres ocasiones. Una vez perpetrados los abusos contra su integridad, cuyos autores fueron señalados como el ex jardinero Armando Gómez y un ex empleado administrativo, el cura Nicola Corradi pedía que lo llevaran al médico para que lo revisaran.
Y cuando salía del control -se desconoce quién los efectuó y por qué no se hizo ninguna denuncia en base a los indicios-, lo llevaban a comer hamburguesas con papas fritas. O le daban golosinas.
En la declaración frente a profesionales el joven también contó que le hizo saber a Corradi y a las monjas Kumiko Kosaka y Asunción Martínez (encargadas del albergue de las chicas y también imputadas en otras causas) de los abusos y maltratos.
El joven sostuvo que luego de uno de los tantos episodios que sufrió, por orden de Corradi se lo envió a dormir al albergue de las mujeres y en la habitación contigua a la de la monja Asunción para "cuidarlo" ante posibles nuevos abusos.
En 2009, luego de que la familia de la víctima tuviera la firme sospecha de que algo no andaba bien en el Próvolo con el chico (tenía 13 años por entonces), J.J.R. fue retirado del instituto y regresó a su pueblo natal en Misiones, cerca de la zona de la Triple Frontera.
La sospecha y posterior decisión tomada por su madre se suscitó cuando, durante unas vacaciones en que el niño pudo ir a visitar a sus padres (una familia muy humilde); la mujer detectó que su hijo presentaba dolores y lo llevó para que lo revise un médico en la provincia del Litoral. Siempre de acuerdo al relato en cámara Gesell de la víctima, ese día su mamá salió del médico con una nota y viajó a Mendoza junto a su hijo con la intención de saber qué estaba ocurriendo.
La mujer jamás encontró explicaciones al respecto, pero fue a raíz de ello que tomó la decisión de sacar a su hijo del instituto para la educación de chicos sordos lujanino.
Fuente: Diario Los Andes
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