Actualidad

La joven ucraniana que llegó a Argentina escapando de la guerra

Con la ayuda de la familia que la hospedó está aprendiendo las primeras palabras en castellano. “Mate, fernet, milanesa”, enumera para dar muestras de su progreso.
Por Telefe Córdoba

Actualidad: La joven ucraniana que llegó a Argentina escapando de la guerra

Más de 6 millones de ucranianos tuvieron que huir de su país por la guerra. Detrás de cada uno de ellos hay una historia de pérdidas y profundo dolor. Como la de Alina, una joven de 27 años que hace dos semanas llegó a Temperley, en el sur profundo del Gran Buenos Aires.

“Lo único que conocía de Argentina era a Maradona y que tenían buena carne”, cuenta Alina a Telefe Noticias en el living de la casa de Illya, un primo de su padrastro que le ofreció asilo cuando supo que estaba viviendo junto a sus dos pequeños hijos de 7 y 2 años en un campo de refugiados en Polonia.

Gracias a eso y a un vuelo humanitario organizado por Enrique Piñeyro y la ONG Solidaire, Alina y sus hijos llegaron el 7 de mayo al aeropuerto de Ezeiza, donde los esperaban Illya, su esposa, Tatiana, y sus hijos, quienes nacieron en Ucrania, pero desde hace 22 años viven en el país. “No me voy a olvidar jamás del abrazo y la emoción con que nos recibieron apenas nos vimos”, asegura Alina.

Dos días después sus hijos empezaron la escuela en Temperley y, de a poco, se están tratando de adaptar a un mundo completamente desconocido. “Es todo muy distinto a Ucrania. Primero el idioma, después el clima, la comida y hasta las casas son distintas”, explica Alina, quien una sola vez se animó a salir sola.

Con la ayuda de la familia que la hospedó está aprendiendo las primeras palabras en castellano. “Mate, fernet, milanesa”, enumera para dar muestras de su progreso.

Alina no sabe cómo agradecerles el gesto que tuvieron de recibirla en su casa con sus dos hijos. “Si bien no nos conocíamos, ya son parte de mi familia. El amor con que nos tratan no lo puede describir”, dice.

Sabe que por mucho tiempo no podrá volver a su país, donde quedó su marido trabajando como voluntario en las tareas de apoyo a la población que sufre los avatares de la guerra.

“Hablamos dos veces por día por teléfono, pero igual es muy duro saber que él está allá, en medio de la guerra, y nosotros tan lejos”, cuenta Alina atravesada por la angustia.

La idea es que en algún momento él pueda venir para estar los cuatro juntos. Y cuando la situación lo permita, regresar todos a Ucrania. Mientras tanto, ya tienen su nuevo lugar en el mundo. Se llama Temperley.