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La emotiva carta de la madre de dos graduados al rector de la universidad
Una madre de dos graduados de la Universidad Nacional del Sur (UNS) envió en las últimas horas una carta dirigida al rector Daniel Vega, y a los profesores de carreras de Ingeniería en Alimentos, Ingeniería Química y Licenciatura en Turismo de la casa de altos estudios por la formación brindada a sus hijos.
Iara Orellano Antonacci, quien es ingeniera en Alimentos e Ingeniera Química, aprovechó el momento en el cual se recibió su hermano Sebastián – de Licenciado en Turismo – para entregar el escrito de su puño y letra a la máxima autoridad académica.
La carta se refiere a la incertidumbre de los miles de padres que envían a sus hijos e hijas a estudiar fuera de sus hogares. Hay que tener en cuenta que en la UNS hay cerca de 15 mil estudiantes que no son oriundos de Bahía Blanca y provienen de pueblos y ciudades de distintas provincias.
“Dejamos hace algunos años a nuestros hijos llenos de preguntas, de dudas, de contradicciones. Nos devuelven hombres y mujeres formados, responsables, con los valores fortalecidos y con las herramientas necesarias para enfrentar esta hermosa aventura que es la vida”, reconoce Iara en la misiva.
La mujer, en nombre de su familia, no solo agradece a las autoridades y docentes sino también “hasta el más humilde de los cargos”.
“Sólo los padres que provienen de pequeñas localidades donde sus hijos han asistido a instituciones educativas en las que cada profesor conoce su historia desde el día mismo que nacieron saben de lo que estoy hablando: de los miedos, las incertidumbres, del nudo en la garganta cada vez que veníamos a visitarlos”, relata la madre.
En un rapto de sinceridad, confiesa que muchas veces pensó “aquí seguramente serán un número” y asumió “como un gran error al pensar de este modo”.
“Para fundamentar esta afirmación solo relatare dos hechos. En ocasión de haber fallecido mi suegra, y a dos días de este acontecimiento, mi hija estaba escuchando a la profesora de Análisis Matemático II, quien al observar que tenía los ojos llenos de lágrimas se acercó y le preguntó qué le ocurría. Ella logró explicarle el motivo de su tristeza. Cuando terminó la clase mi hija sintió una mano en su hombro. La profesora caminó junto a ella todo el tiempo que duró el recreo encontrando palabras que la consolaron y llevaron alivio a su tristeza”, argumenta.
Y agrega: “Igual reconocimiento para las dos profesoras que acompañaron a mi hijo en la elaboración de su tesis, asesorándolo y apoyándolo en los momentos en que por distintos motivos se sintió desalentado, permitiéndole llegar a buen término en su carrera”.
El sitio oficial de la universidad publicó la reacción del rector Daniel Vega, quien se sintió “sorprendido” por el gesto de la mujer.
“Es frecuente que cuando terminan las entregas de diplomas los padres y familiares se acerquen y agradezcan o saluden. Pero no que entreguen una carta expresando tanta emoción”, señaló la autoridad académica.
Vega, quien es oriundo de Coronel Suárez, destacó que “quienes venimos de otros pueblos o ciudades conocemos muy bien lo que pasan nuestras familias cuando nos vamos a estudiar afuera. Con 18 o 19 años dejamos el nido y nos vamos a una ciudad grande, a experimentar algo nuevo, y nuestros padres y abuelos quedan con dudas, algunos miedos… pero es la vida, es crecer”.
“Pero no es así. Acá nadie es un número. Cada tutor alumno, cada ayudante de cátedra y cada docente conoce prácticamente a todos sus estudiantes por su nombre de pila, y trabaja con mucha pasión y mucha vocación para ayudarlos a alcanzar sus objetivos”, agregó.
El doctor Vega, por último, aseguró que la UNS “no tiene como objetivo formar buenos profesionales, sino formar buenas personas, y darle herramientas de excelencia para hacer realidad una vocación ejerciendo una profesión. Pero trabajamos con materia prima que viene de sus hogares, de sus familias. Si sus hijos son hombres y mujeres con valores, es porque en su casa también los han educado así”.
A continuación, la carta textual entregada al rector de la UNS:
Oriente, 10 de septiembre de 2021
Al rector de la Universidad Nacional del Sur, licenciado Daniel Vega, y profesores de carreras de Ingeniería en Alimentos, Ingeniería Química y Licenciatura en Turismo
Creo oportuno comenzar estas líneas pidiendo mis sinceras disculpas por el atrevimiento de distraer la atención de ustedes. Espero encontrar el atenuante a este impulso en la enorme necesidad de expresar el sentido y sincero agradecimiento de mi esposo y mío hacia la Universidad Nacional del Sur toda, desde el grupo directivo que rige sus destinos hasta el más humilde de los cargos.
En el año 2008 primero y en el año 2009 nuestros hijos ingresaron a la UNS, habiendo egresado de distintas carreras en los años 2013, 2014 y en el día de la fecha
Sólo los padres que provienen de pequeñas localidades donde sus hijos han asistido a instituciones educativas en las que cada profesor conoce su historia desde el día mismo que nacieron saben de lo que estoy hablando: de los miedos, las incertidumbres, del nudo en la garganta cada vez que veníamos a visitarlos.
Me llevo de Bahía Blanca, y especialmente de esta casa de estudios, imágenes que me acompañarán por siempre. Recuerdo las primeras visitas, sentarme en la verja cerca de la fuente de Lola Mora y observar, entre admirada y feliz, la cantidad de jóvenes que durante horas entraban y salían. Confieso que muchas veces pensé “Aquí seguramente serán un número”. Reconozco que cometí un gran error al pensar de este modo. Para fundamentar esta afirmación solo relatare dos hechos. En ocasión de haber fallecido mi suegra, y a dos días de este acontecimiento, mi hija estaba escuchando a la profesora de Análisis Matemático II, quien al observar que tenía los ojos llenos de lágrimas se acercó y le preguntó qué le ocurría. Ella logró explicarle el motivo de su tristeza. Cuando terminó la clase mi hija sintió una mano en su hombro. La profesora caminó junto a ella todo el tiempo que duró el recreo encontrando palabras que la consolaron y llevaron alivio a su tristeza.
Igual reconocimiento para las dos profesoras que acompañaron a mi hijo en la elaboración de su tesis, asesorándolo y apoyándolo en los momentos en que por distintos motivos se sintió desalentado, permitiéndole llegar a buen término en su carrera.
En el nombre de las profesoras Soledad Gallucci y Brenda Jonke vaya mi reconocimiento a todos los profesores de nuestros hijos que les enseñaron, sobre todo, que “con las dificultades no se pacta… o las vencemos, o nos vencen”
Lo antes expuesto me permite reconocer mi error al pensar que la cantidad desmesurada de alumnos que recorren sus aulas hace que cada uno de ellos sea un número.
Hoy, como familia, nos despedimos de la UNS después de haber disfrutado de una gran experiencia de vida. Dejamos hace algunos años a nuestros hijos llenos de preguntas, de dudas, de contradicciones. Nos devuelven hombres y mujeres formados, responsables, con los valores fortalecidos y con las herramientas necesarias para enfrentar esta hermosa aventura que es la vida.
Gracias, querida Universidad Nacional del Sur.
Siempre en nuestros corazones.
Familia Orellano Antonacci.