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Un pacto escolar en Mendoza busca retrasar el uso del celular y las redes sociales en la infancia
Más de 300 familias en Mendoza acordaron no entregar teléfonos antes de los 13 años ni permitir redes sociales antes de los 16. La iniciativa apunta a proteger el bienestar emocional y cognitivo.
Un grupo de familias del colegio San Nicolás, en Chacras de Coria, Mendoza impulsó un acuerdo colectivo para postergar la llegada del celular y de las redes sociales a sus hijos. Lo que comenzó como una conversación entre unos pocos padres de sexto grado se transformó, en pocas semanas, en un movimiento que reunió a más de 300 adultos preocupados por el impacto creciente de las pantallas en la vida de los estudiantes.
La propuesta, denominada Pacto Parental, busca establecer límites claros frente a la exposición temprana a dispositivos digitales. Los padres detectaron en sus hijos dificultades de concentración, alteraciones del sueño, irritabilidad y una dependencia cada vez mayor del celular, aspectos que los llevaron a organizarse para promover un uso más saludable de la tecnología. La dirección del colegio respaldó la iniciativa desde sus primeros pasos.
El acuerdo se sostiene en dos compromisos esenciales: no entregar teléfonos propios antes de los 13 años y evitar el acceso a redes sociales antes de los 16. Para las familias, la clave está en generar un consenso amplio que permita aplicar estas reglas sin que los chicos se sientan aislados o en desventaja respecto de sus compañeros. El soporte mutuo entre adultos se considera un factor decisivo para sostener hábitos que, de manera individual, suelen resultar difíciles de mantener.
Entre los argumentos que respaldan la iniciativa se señalan investigaciones que vinculan la sobreexposición a pantallas con problemas de atención, descanso insuficiente, baja autoestima y efectos negativos en la salud mental. Los padres remarcan que muchos niños pasan varias horas diarias frente a dispositivos y que gran parte de ellos accede a un smartphone a edades muy tempranas. Estas observaciones reforzaron la convicción de que era necesario establecer límites comunes.
Además de fijar la edad mínima para el uso del celular y de las redes sociales, las familias se comprometieron a promover dinámicas más saludables en el hogar. Esto incluye reducir el tiempo frente a las pantallas, acompañar activamente a los chicos en la relación con la tecnología, fomentar actividades recreativas y sostener reglas compartidas que eviten la exclusión de quienes aún no tienen dispositivos.
Con la mirada puesta en el próximo ciclo lectivo, los impulsores del pacto esperan que más instituciones educativas se sumen a la iniciativa. Consideran que un acuerdo colectivo entre adultos puede favorecer cambios profundos en los hábitos digitales y crear entornos más equilibrados para el desarrollo de niños y adolescentes.