El padre Mariano Oberlín decidió cerrar la panadería ubicada en barrio Müller en la que trabajaban unos diez chicos que se encuentran en proceso de rehabilitación por adicciones y viven en una de sus casas, construidas para este fin.
La decisión se tomó luego de que el sábado pasado una manguera de una garrafa se desgastó y al cambiar el envase perdió gas y se incendió. El incidente no pasó a mayores y no hubo heridos de consideración, sólo uno de los jóvenes tuvo quemaduras superficiales en uno de sus brazos, pero sí sirvió de alerta ante la posibilidad de nuevos accidentes.
“La idea era que esto en algún momento pueda conformarse como una cooperativa y que los chicos después puedan seguir trabajándola”, explicó Oberlín a Teleocho Noticias y agregó: “Por ahí uno piensa y no hay nada más bueno que el pan, pero en realidad tiene todo un proceso industrial que supone riesgos y no sólo respecto al gas, hay máquinas que son peligrosas si no se las sabe manejar bien”.
“Así que bueno, por ahora la vamos a mantener cerrada hasta que se pueda conformar un grupo humano como más armado y sostenido a largo plazo”, sostuvo.
El emprendimiento funcionaba desde hacía dos meses con sus puertas abiertas al barrio y servía para proveer a las otras casas de rehabilitación que levantó el religioso y para solventar los gastos que le generaban los insumos.
De todas maneras, si bien el proyecto por ahora quedó suspendido Oberlín no descartó que pueda volver a funcionar en un futuro, pero en otras condiciones.
Los jóvenes que trabajan allí volverán a sumar su tarea al taller de tejidos que por la temporada estival está con poca producción, pero que pueden ir adelantando para el otoño-invierno de 2019.
Pero toda experiencia siempre suma conocimientos y se capitaliza en lo personal. Así lo asegura Maxi Ortega, un habitante de la casa que desarrollaba tareas en la panadería: “Te queda toda una experiencia que hace que sumes a otras experiencias y uno va haciéndose así en la vida, ¿no?”.
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