Estas tierras formaban parte de los dominios de la estancia jesuítica La Candelaria.
Hasta el año 1950, tan sólo una estancia con sus corrales y su iglesia privada, eran las únicas edificaciones en este lugar. De a poco, en esa década, surgieron algunas casas que fueron conformando el paraje.
La naturaleza que abraza el lugar es sorprendente.
Los cerros Characato y Tres Picos protegen el poblado, y sus laderas albergan nidos de cóndores.
Los ríos Pintos, San Gregorio y Ávalos, surcan los alrededores y colman de sonido el ambiente.
La capilla dedicada a Nuestra Señora del Rosario del Milagro está ahora abierta al culto.
Llegar a Characato promete vivir una experiencia auténtica y sin igual.
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