Los hombres que ejercen violencia de género tienen su disposición grupos psico-socio educativos para trabajar sus masculinidades y de esa manera deconstruirse. Hay dos maneras de que lleguen a esos grupos, de manera voluntaria por consejo de algún médico o porque los envíe la justicia luego de haber recibido alguna denuncia por parte de su pareja. De esta última forma llegan a la mayoría de ellos.
Los ingresos no son fáciles, tienen que ser admitidos por los profesionales y una vez dentro del grupo dar a conocer su historia con sus compañeros. Algunos tardan mucho tiempo en poder hablar, otros cuentan porqué están ahí el primer día. Muchos de ellos no creen estar ahí, otros culpan a sus parejas, el resto acepta que se equivocó.
El curso consta de dos partes, un taller obligatorio categoría 1, que pide la justicia y un taller categoría 2 que es opcional y no todos siguen.
Los grupos están compuestos entre diez y quince hombres y son dirigidos por varios profesionales de distintas disciplinas, pueden haber psicólogos, psicólogos sociales, abogados, trabajadores sociales.
Una vez que los profesionales crean que están aptos para egresar del curso, dan por finalizada su tarea y comienza el seguimiento para certificar que pudieron seguir adelante con sus vidas. Ni los profesionales, ni los hombres que concurren a los grupos aseguran que no van a volver a violencia ejercer de género pero que con las herramientas brindadas pueden manejarse bien.
En este informe, el testimonio de tres hombres que ejercieron violencia de género pero que hoy decidieron cambiar.
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