Un hombre deberá asistir al Centro Integral de Varones para “aprender a comunicarse con las mujeres”

La denuncia buscaba que se reconociera que las acciones del denunciado constituían un caso de violencia de género en el entorno laboral y que se tomaran medidas para que dejara de trabajar en el lugar, cesara en sus acciones y se sometiera a tratamiento terapéutico especializado.

El tribunal de primera instancia no aceptó la denuncia al considerarla una "conflictiva laboral", pero impuso al acusado la obligación de asistir a programas educativos sobre violencia de género. La denunciante apeló la decisión.

La Cámara de Familia, después de analizar la evidencia testimonial, concluyó por mayoría que el acusado había llevado a cabo acciones que constituían violencia de género simbólica, verbal y gestual. En su fallo, enfatizó la importancia de valorar la prueba con perspectiva de género en casos de violencia de género, reconociendo las relaciones de poder entre géneros.

El tribunal destacó que la violencia de género se deriva del contexto social y personal de los involucrados y señaló que a menudo es difícil obtener pruebas de hechos denunciados por la víctima debido a que ocurren en situaciones privadas o en presencia de la víctima, el agresor y, a veces, un testigo.

La resolución también abordó la historia vital del acusado y su contexto adverso, señalando que esto no justifica ni mitiga la afectación de los derechos de la víctima causada por sus comentarios misóginos y machistas.

Además de aceptar la denuncia, la Cámara de Familia validó la asistencia obligatoria del acusado a actividades psico-socio-educativas en el Centro Integral de Varones, con el objetivo de que "aprenda a comunicarse correctamente con las mujeres".