Aislamiento imposible: el desafío económico para quienes no pueden trabajar a distancia

Para quienes trabajan en relación de dependencia y saben con certeza que su sueldo a fin de mes será el mismo aunque se ausenten del lugar de trabajo, la decisión del aislamiento no supone un desafío.

Sin embargo, para aquellas personas que trabajan de manera independiente o cuyo ingreso depende exclusivamente del esfuerzo de la jornada, dejar de trabajar no es una opción.

“Yo tengo un gasto fijo de $25.000 con alquiler, luz, gas, impuestos”, aseguró un taxista que desarrolló su actividad a pesar de las recomendaciones generales, “No podemos quedarnos en casa, porque nos van a comer los impuestos [...] va a ser una deuda bastante grande”.

Aunque ambos se dediquen a manejar transporte público, la situación de los taxistas difiere de la de los colectiveros en un aspecto fundamental: si se paraliza la actividad de los colectivos, quién paga los costos es la empresa, no el empleado.

Según los últimos datos del INDEC, en febrero, una familia de cuatro integrantes necesitó $40.789,67 para no ser pobre. 15 días de inactividad pueden llevar a una familia a la indigencia. Al igual que en el caso de taxistas, comerciantes y vendedores ambulantes dependen de la venta diaria para sobrevivir.

“No me puedo quedar en mi casa porque la jubilación que tengo no me alcanza”, aseguró una reconocida florista de la calle Obispo Trejo, que por tener 64 años de edad forma parte del grupo de riesgo que debería permanecer en aislamiento por su propia seguridad, “hay cuentas y hay aparte cuentas atrasadas [...] y las cuentas vienen lo mismo”, con o sin cuarentena.