El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno neurobiológico que afecta a un porcentaje significativo de la población infantil. Se estima que 1 de cada 20 niños presenta este trastorno, y en muchos casos, el TDAH tiene un componente hereditario.
El TDAH se caracteriza principalmente por tres dominios sintomáticos:
Desatención: Los niños con TDAH tienen dificultades para concentrarse en los detalles. Se distraen con facilidad y tienen problemas para seguir instrucciones, lo que les impide organizar tareas o completar proyectos. Es común que no logren realizar más de dos mandados a la vez.
Hiperactividad: Los niños con TDAH pueden mostrar un exceso de energía, sin poder controlar los movimientos de su cuerpo. Esto se refleja en una actividad motriz constante que dificulta su permanencia en lugares o situaciones que requieran quietud.
Impulsividad: La impulsividad se refiere a la tendencia de los niños con TDAH a actuar sin pensar en las consecuencias. Esto incluye la dificultad para esperar su turno o la tendencia a tomar decisiones rápidas sin medir los riesgos.
El TDAH es más común en los varones que en las mujeres a nivel mundial.
Es un trastorno sólido en sus características clínicas, lo que significa que sus síntomas son consistentes y reconocibles en la mayoría de los casos.
El diagnóstico se realiza cuando un niño presenta una combinación de síntomas de desatención, impulsividad y/o hiperactividad.
El TDAH tiene una causa neurobiológica relacionada con la inmadurez de las cortezas neuronales del cerebro. Esta alteración en el desarrollo de ciertas áreas cerebrales provoca que los niños con TDAH no puedan regular su atención ni controlar sus impulsos de manera adecuada.
Los niños con TDAH suelen ser más propensos a no medir los riesgos y, por lo tanto, tienen dificultades para completar tareas a largo plazo. Suelen aburrirse con facilidad y pierden el interés rápidamente.
El TDAH no debe ser negado ni ignorado, ya que es una discapacidad real que afecta la calidad de vida del niño. Es fundamental que los padres, maestros y profesionales de la salud recurran a un tratamiento adecuado que combine terapia, educación especializada y, en algunos casos, medicación.
El tratamiento adecuado puede ayudar a que los niños con TDAH aprendan a gestionar mejor sus síntomas y, de esta forma, mejorar su rendimiento académico y social.
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