La voluntad divina o los designios del destino, para aquellos cultores del escepticismo, pusieron a Lucrecia Lencina en el camino de Dylan, un pequeño de dos años y dos meses que el pasado sábado fue salvado con una maniobra de RCP en pleno centro de Bahía Blanca.
El niño sufrió una descompensación cardíaca como producto de una convulsión febril mientras se encontraba divirtiendo en un local de juegos en calle Donado 30.
A partir de ahí, el dramatismo y la incertidumbre se apoderó de Tamara (mamá del nene) y de todos los presentes, dado que la criatura no exhibía signos vitales.
Lucrecia, una enfermera del Hospital Municipal que justo pasaba por allí con su marido, había realizado el curso de Reanimación Cardiopulmonar con anterioridad, pero nunca lo había llevado a la práctica.
Al ver el semblante desesperado de la mamá del pequeño y el resto de las personas que asistían inmóviles a un escenario invadido por la tensión, no titubeó ni un instante y comenzó con las maniobras de primeros auxilios.
“Yo el curso lo había hecho hace como cinco años. Tenía la teoría, pero nunca había hecho RCP. No lo dudé, fui a donde estaba el nene y empecé a hacerle el masaje cardíaco y, según dijo la mamá, estuve 15 minutos, hasta que empezó a tener latidos y respondió bien”, señaló Lucrecia a Telefe Noticias.
La mujer indicó que cuando llegó la ambulancia, ya había reaccionado Dylan y se largó a llorar.
Lucrecia dimensionó el poder estar capacitada para realizar una maniobra de emergencia, en un contexto límite, y agradeció a Dios “porque me puso en el camino y lo pude ayudar”.
“Me puse en la piel de la mamá y me dije que no lo podía dejar ahí. Algo había que hacer”, aseveró.
Tras lo sucedido, la mamá de Dylan se contactó con Lucrecia por redes sociales para agradecerle y le dio detalles de lo que había ocasionado la descompensación de su hijo.
“Me dijo que había tenido una convulsión febril y eso le había provocado el paro. Por suerte ya está bien y yo quería aclarar que la gente tome conciencia de hacer el curso de RCP que salva vidas”, puntualizó.
En este marco, Lucrecia pidió que el curso de RCP sea llevado a los barrios, a las escuelas o en los trabajos “porque nunca se sabe cuándo se va a necesitar”.
Por último, con respecto al acto de haber salvado al pequeño expresó: “Me llenó el alma y el corazón haberlo hecho”.
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