Catalina Primo y Yamila Cazón, referentes del plantel, recuerdan con emoción los primeros pasos del equipo y el enorme cambio que vivieron en estos años. “Cuando arrancó el fútbol femenino éramos veinticinco pibas repletas de sueños”, cuenta Yamila. Y agrega: “El predio era tierra y sueños por construir. Entrenábamos en canchas que estaban en un estado pésimo. El campo de entrenamiento, conocido como ‘bombiñas’, era todo menos pasto: tierra, piedras y polvo que se levantaba con el viento”.
Hoy, esa realidad quedó atrás. El CARD se transformó en un espacio de alto nivel, con infraestructura de primer orden, pensada también para el desarrollo del fútbol femenino. La evolución es tan profunda como simbólica: refleja el compromiso del Club con la igualdad de oportunidades, y con el crecimiento de sus deportistas.
“Pasar de entrenar entre piedras a contar con un predio de élite te cambia la cabeza, te motiva, te hace sentir profesional”, destaca Catalina Primo. Es que no se trata solo de infraestructura, sino de una apuesta concreta por un proyecto en expansión.
La historia de Catalina, Yamila y sus compañeras es la historia de un equipo que nunca dejó de soñar. Y que hoy entrena donde alguna vez solo había polvo, con la misma pasión de siempre, pero con nuevas herramientas para ir por más.
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