Según los testimonios de los cordobeses en la calle, la mayoría trabaja entre 10 y 12 horas diarias, aunque reconocen que el esfuerzo físico y mental empieza a pasar factura. Algunos, afortunadamente, logran cubrir sus gastos con jornadas de 6 a 8 horas, aunque necesitan más tiempo para tener mayor holgura económica.
“Necesitaría trabajar más horas, pero el cuerpo no me da. Lamentablemente, está muy duro el momento que estamos pasando, es muy malo”, confesó uno de los trabajadores consultados. La situación refleja la dificultad de muchas familias para llegar a fin de mes ante la actual realidad económica.
Expertos en economía laboral advierten que la prolongación de las jornadas puede tener impactos negativos en la salud y el bienestar de los trabajadores, y llaman a buscar mecanismos que permitan mejorar los ingresos sin comprometer la calidad de vida.
La problemática vuelve a poner en debate la necesidad de revisar los salarios y las condiciones de trabajo, en un contexto en el que la precariedad laboral y la sobreexigencia física se han vuelto cada vez más comunes.
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