En medio de los paisajes del norte cordobés, esos que están impregnados de historia, se distingue el poblado de Ischilín, un lugar mágico, donde desentrañar sucesos y leyendas de otros tiempos.
Estos paisajes inspiraron la prolífica obra pictórica de don Fernando Fader, que eligió estas tierras para vivir hasta el ocaso de sus días.
Fue su nieto, Carlos Fader, quien llevó adelante la restauración del poblado a principios de este siglo, y así Ischilín hoy se muestra como un museo a cielo abierto.
La Iglesia dedicada a Nuestra Señora del Rosario del Milagro se comenzó a erigir en el año 1706 y junto al enorme algarrobo que lleva más de 500 años de vida, fueron testigos de momentos históricos e inolvidables.
Recorrer con la mirada cada detalle del poblado y su arquitectura se vuelve una experiencia única para todos los sentidos.
Los atardeceres del norte cordobés siempre invitan a soñar. Córdoba conjuga historia y paisaje para seducir y enamorar.
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