"Si me permiten un saludo (...) A mí querida Diócesis de Chiclayo en el Perú. Donde un pueblo fiel ha acompañado su obispo, ha compartido su fe y ha dado dado tanto para seguir siendo una iglesias fiel de Jesucristo". El nuevo papa León XIV interrumpió su discurso para enviar un saludo al pueblo peruano, un territorio que lo marcó para siempre y lo llevó a los más alto de la Iglesia. Su historia comenzó en Estados Unidos, aunque Perú se volvió tan importante para él que en 2015 se nacionalizó Peruano.
Nacido en Chicago en 1955, en el seno de una familia católica de raíces obreras, Robert Prevost eligió desde joven un camino marcado por la vocación y el servicio. Ingresó a la Orden de San Agustín impulsado por un fuerte deseo misionero, que se fue consolidando durante sus estudios de filosofía y teología en la Catholic Theological Union y, más tarde, en Roma, donde obtuvo un doctorado en Derecho Canónico.
La ordenación sacerdotal llegó en 1982, y con ella el desafío de salir de la comodidad académica para poner el cuerpo y el corazón en las periferias. Sus primeros años como sacerdote lo llevaron a Perú, donde se desempeñó como misionero en una de las regiones más humildes del norte, dentro de la diócesis de Chulucanas.
Allí, Prevost apostó por una pastoral de cercanía, trabajando codo a codo con la gente, formando comunidades y defendiendo los derechos humanos. Esta experiencia dejó huella: forjó un perfil de religioso comprometido con la realidad social latinoamericana, capaz de combinar el rigor doctrinal con una mirada atenta a los más vulnerables.
En 2014, el papa lo puso al frente de la Diócesis de Chiclayo, siendo nombrado obispo de esta ciudad un año después en reemplazo de monseñor Jesús Moliné.
Desde 2023, Prevost ocupó el estratégico puesto de prefecto del Dicasterio para los Obispos, lo que lo convirtió en el principal asesor del Papa Francisco para la designación de obispos en todo el mundo. Este rol, sumado a la confianza explícita del pontífice, le otorgó un lugar privilegiado en la estructura de poder vaticana.
Su estilo se caracteriza por la sobriedad y un tono pastoral, lejos de los flashes políticos. De perfil bajo pero con influencia real, Prevost construyó redes tanto en América como en Roma, siempre en voz baja.
Sin embargo, su recorrido no está exento de controversias. Durante su tiempo en Perú, su gestión fue cuestionada por presunto encubrimiento en casos de abusos dentro de su diócesis. Aunque no existen cargos formales, las denuncias mediáticas impactaron en su imagen, sobre todo entre quienes reclaman mayor transparencia en la Iglesia.
Es un hombre de gobierno, formado en la rigurosidad romana, pero con los pies en la realidad pastoral de los pueblos más alejados del poder. Una figura que, sin buscar el centro de la escena, hoy se encuentra en el corazón de las decisiones más trascendentes de la Iglesia.
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