Portada  |  21 abril 2022

Herederos: Ariel, el hijo de Nacha Guevara

Ariel del Mastro. Director, con amplio conocimiento en materia de iluminación, montaje de luces y puesta en escena. De alguna manera, su carrera misma lo conecta con sus más profundos recuerdos, tanto profesionales como personales.

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El hijo de Nacha Guevara dimensionó la relevancia artística de su madre desde un primer momento, detrás del escenario, cuando la acompañaba en sus diversos proyectos y la veía en el teatro. Era complejo separar la madre de la actriz, y comprender que la persona no es sinónimo del personaje. Define a su madre como “mamá actriz” más que “mamá de casa”, como si el rol que encarnara en una obra teatral lo traspolara directamente a la vida real, sin escalas. 

Recuerda una infancia teñida de mandatos. La búsqueda del éxito rotundo, el cuidado alimenticio, la mesa repleta de verduras, de hojas verdes. Recuerda una madre enfocada en el cuidado de su cuerpo, con cremas, comida vegetariana y ejercicio. Pero Ariel era un niño trasgresor. Cuando Nacha se iba de viaje incitaba a sus hermanos a ir a comprar comida chatarra y golosinas, casi al por mayor.  

La vida de Ariel ha sido atravesada por la historia argentina. Debió irse del país a sus 9 años, directo al exilio. Se encontraba en la escuela, en tiempos de dictadura, cuando un conocido de la familia fue a buscarlo, y le avisó que un auto lo llevaría al aeropuerto para encontrarse con su madre. No podía volver a su casa, tenían solamente 48 horas para irse del país.  

En el exilio su casa fue anfitriona de personalidades. Serrat, Benedetti, Brandoni, entre otros, se sentaban a conversar en su living. Se hablaba del dolor argentino, de la muerte y los desaparecidos. Ariel creció rápido.  

Tras dos años en el exterior, intentaron volver, pero no fueron tan bien recibidos. Al segundo día del estreno de una obra de Nacha, explotó una bomba en el teatro, causando la muerte de dos personas que allí trabajaban. Aquella señal representó una nueva despedida, volvieron a exiliarse.  

El tiempo pasó, las aguas políticas se calmaron, y comenzó la carrera profesional de Ariel. En una de las obras en la que participaba su madre, quien se ocupaba de las luces (el “seguidorista”) se había ausentado, por lo que le pidieron que se ocupe de ese puesto. Así empezó todo su trabajo con la puesta de luces. En varias oportunidades le tocó compartir proyectos con su madre, lo cual recuerda como un difícil desafío, como un espacio poco placentero. Aunque no irrespetuosa, la exigencia de Nacha era abrumadora, por demás perfeccionista.  

El camino profesional de Ariel lo llevó a ser iluminador y puestista de shows de rock, y luego de musicales. Tras trabajar como director artístico en “Peter Pan” en España, le propusieron dirigir la obra en la Argentina. Aceptó, y ése fue el comienzo de un arduo pero apasionante camino, lleno de nuevas oportunidades.  

Tras hacer un amplio reconto de su historia, admite que le hubiera gustado una infancia más lúdica, con mandatos más débiles y respetuosos.

Concluye que creció en una familia libre, pero por demás distante y desapegada. Aquello no lo enoja, entiende que las críticas, intentos de perfección y el manejo de la ambición han sido muestras de afecto de una madre que conoce de esfuerzo. De una madre que decidió enfrentar los momentos más difíciles en familia. Sin dejar atrás a ninguno de sus hijos.  

A pesar de que hoy, como padre, Ariel educa a sus chicos de una manera distinta, decide agradecerle a Nacha y quedarse con lo mejor de ella. Porque aquéllo endulza los recuerdos no tan gratos, porque aquéllo es más sano que el rencor.  

Agradecimientos:  

Jardín Japonés- @vivero.jardinjapones

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Sergio Miyagi- Director de Prensa del Jardín Japonés

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