Portada  |  31 julio 2020

He sobrevivido: “Tuve miedo de no volver a ver a mi familia”

Este 2020 el COVID-19 sorprendió a Gustavo, que con 68 años adjudicó los primeros síntomas al trabajo.

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Gustavo Ratti tiene 68 años. Nació el 27 de febrero de 1952 en el Hospital Fernández de Capital Federal. De chico a Gustavo le detectaron asma y los médicos le recomendaron a la familia que se mudaran a algún lugar con mejores condiciones climáticas. Lo ideal hubiera sido Córdoba, pero la realidad y las limitaciones económicas, hicieron que el destino de los Ratti fuera San Fernando.

Su mamá Marta Carabajal era ama de casa y su papá Edmundo era mozo en la clásica confitería El Molino, donde años más tarde Gustavo, con sólo 16 años, comenzaría también a trabajar limpiando los moldes de los tradicionales pandulces del lugar. A pesar de una infancia difícil, en la que no tuvo juguetes, en la que no le sobró nada, asegura que fue feliz.

La esquina de la que hoy es su casa en San Fernando es la misma en la que en su infancia jugaba a las bolitas, al policía y el ladrón o cambiaba figuritas. Está ubicada a unos 200 metros de la casilla con piso de tierra en la que se crió junto a tres hermanas y a un hermano. A pocas cuadras de la Escuela 22 en la que hizo la primaria, y en la que son alumnos la mayoría de sus 15 nietos.

Gustavo se abrió paso a fuerza de trabajo, a tal punto que cuenta que en ese barrio en el que vivió toda su vida lo llaman “el hombre orquesta” o hasta “MacGyver”, haciendo referencia a ese personaje de la tele de los 80 que “lo podía arreglar todo”, que no había nada que para su ingenio no tuviera solución.

A los 24 años conoció a Ana María, desde hace 44 años su compañera, la mamá de sus seis hijos y la persona que hace que la voz se le quiebre durante la entrevista con Telefenoticias.com. Y es que juntos se enfrentaron a cientos de adversidades, incluido el peor de los dolores: cuando Belén, su tercera hija, murió con apenas siete meses víctima de una cardiopatía congénita.

La vida siguió, recuerda Ana María el dolor de velar a una hija a las 10 de la mañana y a las 12 del mediodía, tener que estar preparando el almuerzo para otras dos que los necesitaban fuertes, por las que no se podían caer. Gustavo siguió trabajando duro, criaron tres hijos más, después comenzaron a llegar los nietos.

Este 2020 el COVID-19 sorprendió a Gustavo, que con 68 años adjudicó los primeros síntomas al trabajo. En ese momento se dedicaba a instalar un tanque de agua, le había empezado a doler la espalda, se sentía cansado. Al mismo tiempo una de sus hijas fue diagnosticada con coronavirus. Ana María lo convenció de ir al médico. Ese mismo día quedó internado y al siguiente recibió el positivo.

“Tuve miedo de no volver a mi familia”, admitió durante una charla con telefenoticias.com.ar, sobre esos primeros días en la soledad absoluta, tras haberse convertido en el primer paciente de la Terapia Intensiva especialmente creada para COVID-19 en el Hospital Municipal “San Cayetano” de San Fernando, donde asegura: “esos médicos y enfermeros me salvaron la vida”.

Fueron 18 días para Gustavo y para Ana María, que lo esperaba en su casa. Sabía que él estaba en edad de riesgo, desayunaba cada mañana con estadísticas desalentadoras, pero no dudaba de la fortaleza de su compañero. Ella mejor que nadie la conocía porque juntos “lo pasamos todo”, dice.

Gustavo abandonó el hospital “San Cayetano” con una escena inesperada: todos los médicos, enfermeros y personal administrativo lo envolvieron en aplausos. Ana María estuvo también ahí para, una vez más, ser la que lo empuje. Condujo la silla de ruedas que exige el protocolo hasta el auto, para volver a casa.

“Le debo todo, si no fuera por ella quizás no hubiera hecho la consulta… no me habrían podido atender a tiempo”, repasa cuando lo recuerda Gustavo y otra vez los ojos le brillan y la voz se entrecorta. Una vida de lucha, y una última batalla, en la que admite que necesitó ayuda: “He sobrevivido y fue gracias a esta gente, a todos los que me asistieron; ellos me salvaron la vida”.

*Gracias a la Municipalidad de San Fernando por la ayuda y la colaboración que hicieron posible la realización de esta nota.

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