Un año antes, con solo 19 años de edad, Bernardo de Monteagudo tomaba parte de la rebelión de Chuquisaca contra los abusos de la corona, diciendo: “Hemos visto con indiferencia por más de tres siglos inmolada nuestra primitiva libertad al despotismo y tiranía de un usurpador injusto (…) Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”. Sofocada esa revuelta, será el gérmen de la porteña en 1810.
Ya instalada la Primera Junta, dos facciones entraron en tensión, la Morenista, decididamente revolucionaria, y la de Saavedra, conservadora y encaminada a sustituir españoles por americanos con la misma matriz de sumisión y atraso.
Señala José Ingenieros en Evolución de las Ideas Argentinas, tres actos claves en esos días, en el orden político y civil.
. La deportación del Virrey y cinco miembros de la Real Audiencia
. La destitución del Cabildo “por los repetidos ultrajes inferidos a pueblo”
. El desconocimiento de las autoridades peninsulares (España)
El mismo día 25 la Junta, donde destacaban la inteligencia y visión política de Mariano Moreno, Manuel Belgrano y Juan José Castelli, envió misiones militares al interior para desmontar el aparato español y sumar voluntades a la revolución porteña. Pero ese interior, con la sobresaliente y reaccionaria Córdoba, no tenía intenciones de desembarazarse de la corona, cómodo como estaba con el comercio monopólico con España y sus privilegios de clase.
En esos días crepitantes nacía la Biblioteca Nacional, se fomentaba la educación primaria, y se creaba La Gazeta de Buenos Ayres, primer órgano de propaganda.
Si bien la historia argentina consigna la independencia el 9 de julio de 1816, se suele señalar que el propósito político de la revolución de 1810 llegó hasta la Asamblea del año XIII, con una legislación sin precedentes. Poco tiempo después, la nación se partirá en dos tendencias que siguen pugnando hasta nuestros días.
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