Un proyecto que nació en enero pasado en barrio Alberdi hoy es furor en redes sociales. Se trata del taller de percusión que coordina la profesora Mariana, con el apoyo de su madre, Mónica, y que reúne a más de 60 niños y niñas. El objetivo: enseñar música como herramienta de inclusión, valores y compañerismo.
Lo que comenzó con apenas dos alumnos, pronto se transformó en un espacio multitudinario. “Empezamos con dos alumnos a mediados de enero y después, bueno, el boca en boca fue haciendo que se sumaran más niños y hoy tenemos un grupo grande de 60”, contó Mariana, que además de dar clases de música, es docente.
La falta de un lugar propio y los costos de instrumentos son un desafío constante. Todo lo financia la profesora de su bolsillo, mientras los chicos entrenan en espacios alquilados de centros vecinales. Aun así, los pequeños percusionistas no dejan de soñar: hace poco fueron invitados a un ensayo de Los Herreras y hoy anhelan compartir escenario con Euge Quevedo.
Entre risas y tambores, los protagonistas destacan lo que sienten al tocar. “Me gusta tocar, me gusta toda la música que hacemos, cómo tocamos y cómo nos llevamos entre todos. Y todos somos amigos”, cuenta uno de los chicos. Otro agrega: “La música es como que me activa mis energías”.
El impacto del taller va más allá del ritmo: los niños mismos proponen llevar su música a hospitales y parques educativos, con un fin solidario. “Ellos quieren mostrar lo que hacen, ellos quieren un efecto también solidario”, señaló Mariana.
En redes, los videos de los ensayos ya acumulan miles de reproducciones, mostrando la fuerza de un grupo de chicos de entre 9 y 12 años que encontró en la música un lenguaje común. “Se comparte, se hace y fluye”, resume uno de los pequeños percusionistas.
Mientras buscan apoyo para conseguir instrumentos y un espacio fijo, los percusionistas de Alberdi siguen marcando el pulso de una historia donde la amistad, el esfuerzo y la pasión suenan más fuerte que cualquier dificultad.
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