El mundo del fútbol se detiene cada 30 de octubre para rendir homenaje a Diego Armando Maradona, el ídolo eterno de la redonda vestida de cuero, un genio dentro de la cancha y un personaje inolvidable fuera de ella.
El D10S del fútbol no podía nacer de otra manera: vino al mundo un domingo, el día más futbolero de la semana, el 30 de octubre de 1960, a las 7:05 de la mañana, en el Policlínico de Lanús. Hijo de Dalma Salvadora Franco, la “Tota”, y de Don Diego.
En el acta quedó escrito un nombre que, con el tiempo, sería sinónimo de alegría, talento, milagro y, también, controversia. Así comenzó la historia del chico que convertiría el fútbol en un acto de fe.

En sus primeros años, los cumpleaños de Diego eran sencillos pero llenos de amor. En Villa Fiorito, sus padres organizaban pequeñas reuniones con torta casera y la infaltable pelota como regalo. Diego recordaba que su mayor alegría era recibir una pelota nueva.
"Los cumpleaños eran siempre iguales. No teníamos grandes regalos, pero el chocolate nunca faltaba. Mi vieja hacía unos esfuerzos bárbaros. Invitábamos a mis amigos de la cuadra", contaría él mismo en 1995.
Ya como joven promesa, Diego comenzó a celebrar con sus compañeros de equipo. En Argentinos Juniors, sus cumpleaños solían incluir partidos informales y asados con amigos. A los 16 años, festejó rodeado de sus compañeros, y al año siguiente, con 17, participó en la victoria de 2-0 frente a Huracán, dejando su marca en el primer gol del equipo.
En Boca su figura se hizo más popular, sin embargo los 21 los pasó en concentración en La Candela junto al plantel de Boca Juniors y celebró con su familia. Dos días después le anotó un doblete al Pato Fillol en el 2-2 ante River en el Superclásico. Al año siguiente, ya en España, celebró en la cancha jugando los 90 minutos y anotando el segundo gol del 4-0 de Barcelona en su visita a Racing de Santander.
En Nápoles, sus cumpleaños adquirieron un carácter internacional. El 30 de octubre se convirtió casi en un feriado napolitano: los hinchas se reunían frente a su casa con banderas, bengalas y cánticos. Diego correspondía saludando o invitando a algunos fanáticos a brindar.
Los 31 fueron de los más duros, entre doping y detenciones. El ídolo no celbraba. Tras la resolución continuó haciendo de su vida una misa concurrida por fieles de todo el mundo.
A los 35 años, Diego compartió un cumpleaños emotivo junto a sus hijas en Hola Susana: “Anoche mis hijas me hicieron acordar que cumplía 35 años. Me trajeron los cantitos de la hinchada y fue el regalo más lindo que tuve”, recordaría. Dos días antes jugó 77’ en el 1-0 de Boca ante Belgrano en Córdoba.
El 25 de octubre de 1997 cinco días antes de su cumpleaños, jugó su último partido profesional, la victoria 2-1 de Boca sobre River en el Superclásico del Monumental.
Durante su estadía en La Habana, donde se trataba por sus problemas de salud, sus cumpleaños fueron más tranquilos. Fidel Castro le enviaba saludos y regalos simbólicos. La intimidad y el entorno cercano reemplazaron el ruido mediático.
Ya de regreso en la Argentina, Diego volvió a ser homenajeado masivamente. En 2019, Gimnasia y Esgrima La Plata, club que dirigía, le rindió un emotivo tributo en la cancha, con miles de hinchas coreando su nombre.

Su último cumpleaños, el 30 de octubre de 2020, ocurrió en plena pandemia y a pocas semanas de su fallecimiento. Recibió mensajes desde todo el mundo, incluidos Lionel Messi, Pelé y figuras del deporte y la cultura, pero el festejo fue íntimo, junto a su familia.
Diego Maradona nunca necesitó un gran escenario para que su cumpleaños se sintiera como una fiesta mundial. Desde los potreros de Fiorito hasta los estadios de Europa, el “10” fue celebrado como pocos. Cada 30 de octubre, sus hinchas mantienen viva esa tradición, recordando no solo al futbolista, sino al hombre que convirtió el fútbol en pasión eterna.
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