Cada ciudadano tiene un rol fundamental en el proceso. Es importante separar los residuos en origen, por un lado, los materiales reutilizables como papel, cartón, plástico limpio, vidrio y metales, por el otro, los residuos húmedos o no reciclables. Todo material reciclable debe estar limpio, seco y sin restos de comida.
El proceso de reciclaje comienza cuando el camión recolector lleva las bolsas al centro verde de Córdoba. Allí, los operarios abren cada bolsa y separan manualmente los residuos sobre una cinta, clasificándolos por tipo, papel, vidrio, botellas, entre otros.
Luego, los materiales seleccionados pasan a una compactadora, donde se forman fardos que facilitan su transporte. Finalmente, esos fardos se distribuyen a distintas empresas, que se encargan de convertir ese material reutilizable en nuevos productos.
No es basura: es material reutilizable
Una de las claves es el estado del material. Para que pueda ser procesado, debe estar limpio y seco. Si un producto tiene restos de comida, probablemente no pueda ser reutilizado. Por ejemplo, una caja de pizza manchada con queso no sirve, pero una caja de leche sí puede reciclarse, siempre que esté limpia.
También es importante usar el término correcto: no se trata de basura, sino de material reutilizable.
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