Pasaron 30 años desde aquella mañana en que el ruido de una detonación interrumpió la rutina de Río Tercero. Eran las 8.55 cuando una primera explosión en la Fábrica Militar generó una onda expansiva que alcanzó gran parte de la ciudad. En cuestión de minutos, nuevas detonaciones encadenadas cubrieron el cielo con una nube espesa de humo y fragmentos de municiones que cayeron sobre los barrios cercanos.
Las calles se llenaron de sirenas, gritos y confusión. Escuelas que recién comenzaban su jornada evacuaron a los alumnos, mientras en los hospitales los médicos trabajaban con recursos limitados y sin electricidad para atender a los heridos. Los bomberos intentaban acercarse a la fábrica, pero la sucesión de explosiones lo hacía imposible.

El saldo fue trágico: siete personas murieron, más de 300 resultaron heridas y miles de viviendas sufrieron daños. De acuerdo con registros oficiales, 15 manzanas quedaron completamente destruidas. En pocas horas, una ciudad de ritmo tranquilo se transformó en el escenario de una catástrofe.

Con el correr de los años, la investigación judicial determinó que las explosiones fueron provocadas de manera intencional. En 2014, el Tribunal Oral Federal 2 de Córdoba condenó a cuatro exmilitares por estrago doloso agravado. El fallo fue ratificado por instancias superiores y se transformó en uno de los procesos judiciales más extensos del país.
La causa se cerró en 2021, tras la muerte del expresidente Carlos Menem, que estaba imputado en un tramo pendiente del expediente. Para muchos habitantes, esa conclusión no trajo respuestas, pero sí reafirmó la necesidad de mantener viva la memoria.

Cada 3 de noviembre, Río Tercero detiene su rutina durante un minuto de silencio a las 8.55. Las flores, los nombres leídos en voz alta y el sonido de las campanas son parte de un ritual que recuerda no solo la tragedia, sino también la fuerza de una comunidad que logró reconstruirse.

Treinta años después, la ciudad sigue mirando hacia adelante, con la misma convicción que aquel día en que, entre el humo y los escombros, comenzó su camino de resiliencia.
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