Roque Torres, padre de Brenda, contó que aquel sábado salió a buscar unos postes por la calle Calandria, en la zona noroeste, y se topó con un recipiente que le llamó la atención. “Me llamó la atención el tacho, pensé que me iba a servir”, relató.
Al levantarlo, notó que pesaba más de lo esperado. “Pensé que podía ser pintura”, recordó. Al destaparlo, vio una bolsa negra cerrada con dos nudos. “Veo sangre, como un jugo”, dijo. Usó un palo para abrirla y sintió que “salió como un aire”. Entonces vio algo que lo impactó: “Cuando se abre, veo las tripas. Estaba el corazón de ella”.
En ese momento, pensó que se trataba de un animal. “Nunca me imaginé que eran los restos de mi hija. Si hubiera sabido, ahí nomás llamo a la Policía”, expresó. Según contó, decidió enjuagar el recipiente y esconderlo. “Agarré el tacho, lo enjuagué con agua y lo escondí para llevarmelo el domingo”, agregó.
Fue recién al día siguiente, mientras miraba el noticiero, que hizo la asociación. “El domingo a la mañana estaba viendo el noticiero y me cayó la ficha. Esos son los restos de mi hija”, afirmó.
El hallazgo de esos restos, confirmado por la Policía el domingo, se convirtió en el cuarto en el marco de la investigación. Los anteriores ocurrieron el 25 de julio en barrio Chateau Carreras, luego en avenida Cárcano al 200, y el 2 de agosto, cuando se encontraron la cabeza y el torso en la vivienda de los imputados.
La causa está caratulada como homicidio doblemente agravado por mediar violencia de género y tiene a dos personas detenidas. La abogada de la familia, Daniela Morales Leanza, reclamó que se realicen más rastrillajes en la zona, ya que la mayoría de los hallazgos —excepto el del allanamiento— fueron realizados por vecinos.
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