El 3 de noviembre de 1995, una serie de explosiones destruyó gran parte de la ciudad de Río Tercero. El hecho dejó siete personas muertas, más de 300 heridas y daños en miles de viviendas. Tres décadas después, la herida sigue abierta para los riotercerenses que vivieron aquella mañana y para los familiares de quienes perdieron la vida.
María Eugenia Dalmasso Gritti, hija de la abogada Ana Gritti —impulsora de la causa judicial— y de Hoder Dalmasso, una de las víctimas fatales, recordó la fecha con una mezcla de dolor y resiliencia. “Es una herida crónica”, expresó al describir el sentimiento compartido por toda una comunidad.
También reconoció el legado de su madre en la búsqueda de justicia: “Para nosotros como familiares nunca es fácil venir y refrescar un poco la herida cada 3 de noviembre. Si bien pasaron 30 años, hacerlo todos los años es un ejercicio de memoria y un poco de refrescar el duelo también”.
A treinta años del atentado, los familiares y sobrevivientes continúan trabajando en iniciativas de memoria y reparación. Cada aniversario es un recordatorio del dolor, pero también del compromiso con la verdad y la justicia.
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