Este 11 de junio se celebra el Día Nacional del Juego y lo vivimos en el taller de Gabriel, un vecino de barrio General Paz que desde hace décadas transforma su pasión por los juguetes en una forma de vida. Dueño de "Toys Taller", Gabriel empezó a coleccionar juguetes a los 13 años y hoy, a los 73, conserva intacta esa fascinación.
"En el año 65 compré una pista Scalextric y de vuelto me dan un camioncito 'matchbox'", recuerda. Ese fue el punto de partida para lo que describe como un "virus, no mortal, pero terriblemente insacable del organismo". Desde entonces, su colección creció con camioncitos, autitos y piezas que llegaban por azar.
En su taller, Gabriel no solo conserva, sino que también fabrica y repara autos de colección. Además, repara todo tipo de juguetes y ofrece otros a la venta para quienes buscan un regalo original o reencontrarse con su infancia. Muestra con orgullo modelos a escala del Turismo Carretera entre los años 1938 y 1968. "Es la historia del
Turismo Carretera antiguo, entre el año 38 y 68, se corrió con las 'cupecitas' del TC, que son las que han trascendido en la historia", explica.
Su mesa de trabajo está llena de pequeñas joyas: diferenciales para Scalextric de industria argentina, autos tipo 'baquet' de la década del 30, y piezas que chicos y grandes siguen llevando para reparar. "Se corre en las pistas eléctricas, lo usan los pibes para jugar en la casa y en algunos clubes, ahora le llaman Slot a lo que era Scalextric antiguamente".
Consultado por los costos de reparación, Gabriel responde con cautela: "Todo es cuestión de verlo, porque puede ser una reparación sencilla o algo más complicado. Arrancamos en 20 mil pesos, pero es muy raro dar un precio así en el aire".
Sobre los niños y los juguetes, asegura que no ha cambiado tanto con el tiempo: "Yo creo que es igual, hay chicos que cuidan, que disfrutan los juguetes, y chicos que disfrutan rompiéndolos. Eso ha sido cuando yo era chico, hace 70 años y actualmente".
En el día del juego, ‘Toys Taller’ se convierte en un rincón mágico donde los juguetes tienen segunda vida y la infancia, un lugar asegurado.
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