La caída en el ritmo de la inflación no alcanzó, al menos por ahora, a los bolsillos de los consumidores. Lejos de un repunte, los comercios de cercanía como almacenes y carnicerías advierten que la gente no está comprando más, sino todo lo contrario: priorizan lo justo y necesario, y muchas veces recurren a las tarjetas para completar la compra.
"Cuesta cada día más, la gente está sin plata", dice la dueña de una despensa. Y agrega: "Estamos en espera de que a la gente le suban el sueldo". Según su experiencia diaria detrás del mostrador, la mayoría de sus clientes se manejan con tarjetas de crédito, en un intento por sostener el consumo: "La gente no puede gastar lo que no tiene", afirma. "Se manejan de otra forma, van al súper para comprar con tarjetas, la gente está comiendo con tarjetas. Eso los está llevando al caos, porque hay que pagar la tarjeta y los bancos no te esperan".
En las carnicerías, el panorama también muestra claroscuros. “Hay días en los que armamos el mostrador y queda sin venderse nada”, contó un trabajador del rubro. Sin embargo, también hay momentos de repunte: “Hay fines de semana que se mueve mucho, que armamos el mostrador a tope y se vende todo”. Los cortes más buscados son los de preparación sencilla. “Se vende mucho milanesa, carne molida, esas cosas más fáciles para hacer”, explicó.
El único rubro que parece sostenerse en medio de la crisis es el de las panaderías. Una empleada relató que trabajan sin descanso en las primeras horas del día: “Tenemos un horario pico que es desde las 9 hasta las 11, no paramos”. El movimiento no cesa en casi toda la jornada. “Tenemos constante movimiento”, expresó, y detalló: “Lo que pasa es que pan se come todo el día”. El clima también influye: “Cuando está frío, querés algo calentito”. Sobre la fidelidad del público, remarcó: “Vienen todos los días en los dos turnos, el cliente que te viene todos los días a la mañana lleva una tira de pan y a la tarde vuelve y lleva los criollitos”.
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