Portada  |  23 agosto 2023

Jarabe de maíz alto en fructosa: un dulce vínculo con enfermedades crónicas

Soy el Dr. Luis Sánchez (MP: 33.913), referente en Nutrición Funcional, conductor de Bienestar, todos los viernes a las 21:45 horas y director médico del IMFI. Hoy vamos a hablar del jarabe de maíz alto en fructuosa.

Bienestar

En nuestra búsqueda de placer culinario, hemos caído en la tentación de utilizar el jarabe de maíz alto en fructosa (JMAF). Pero ¿Qué es este jarabe? Se trata de un endulzante que está presente en muchos productos procesados. Sin embargo, la dulzura que aporta al paladar podría acarrear un amargo costo para nuestra salud. Estudios recientes revelaron una alarmante conexión entre el consumo excesivo de JMAF y una variedad de enfermedades crónicas, que abarcan desde afecciones cardíacas e hígado graso hasta diabetes, trastornos neurológicos y cáncer.

El vínculo más evidente se encuentra en la epidemia de enfermedades cardiovasculares, que afectan a millones de personas en todo el mundo y es la principal causa de muerte, además del cáncer (1 de cada 2 niños dentro de los próximo 50 años sufrirán de algún tipo de Cáncer). La relación entre el JMAF y el aumento de la presión arterial, la oxidación del colesterol LDL (esta oxidación si es producto de grasas en tus arterias), y la resistencia a la insulina ha sido establecida por la comunidad médica. El JMAF, al metabolizarse en el hígado, contribuye a la acumulación de grasa visceral, un precursor de problemas cardiovasculares.

Cabe destacar que el hígado graso, que antes se vinculaba principalmente con el consumo excesivo de grasas saturadas, ahora muestra un lazo directo con el JMAF. El exceso de fructosa se procesa en el hígado y puede inducir inflamación, acumulación de grasa y resistencia a la insulina, factores cruciales en el desarrollo del hígado graso no alcohólico.

Las consecuencias de este edulcorante no se limitan a las enfermedades metabólicas. Investigaciones emergentes sugieren también una conexión entre el JMAF y trastornos neurológicos, como la demencia y la enfermedad de Alzheimer. La fructosa, al afectar la función cerebral y promover la inflamación, podría contribuir al deterioro cognitivo.

En este contexto, el paso del tiempo empezó a develar una relación estrecha entre el JMAF y el cáncer. La fructosa puede proporcionar un entorno favorable para el crecimiento celular descontrolado, y su consumo excesivo podría estar asociado con un mayor riesgo de diversos tipos de cáncer.

En esta encrucijada, es crucial comprender que nuestra elección de edulcorantes puede tener repercusiones profundas en nuestra salud a largo plazo. Cambiar hacia opciones más saludables, quizás los dátiles que, si no se consumen en exceso, tienen algunas propiedades benéficas. También se puede optar por la miel, que a pesar que cuenta con elementos como el azúcar propiamente dicho tiene otros beneficios, y su consumo en pocas cantidades puedo no ser dañino per se y evitar productos con JMAF, podría ser un paso vital en la prevención de estas enfermedades crónicas y debilitantes.

La dulzura que añadimos a nuestros alimentos debería enriquecer nuestras vidas, no perjudicar nuestra salud. Está en nuestras manos endulzar nuestras vidas con decisiones conscientes, construyendo un futuro de bienestar y alejado de las sombras de las enfermedades crónicas. Y ahí es donde entra en juego mi enfoque de nutrición y medicina funcional, una alianza indispensable para una transformación completa. ¡Tu camino hacia un yo más saludable está a punto de despegar!

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