Portada  |  21 abril 2025

Dolor crónico: cuando el cuerpo habla y el cerebro no se calla

Bienestar

Aunque solemos pensar en el dolor como una sensación momentánea, lo cierto es que para millones de personas se vuelve una constante en su vida. El dolor crónico afecta al 20% de la población adulta y puede ser mucho más que una molestia: condiciona la vida diaria, influye en el estado emocional y puede derivar en otras enfermedades.

¿Qué es el dolor crónico?

A diferencia del dolor agudo —ese que aparece como respuesta inmediata ante una lesión o amenaza—, el dolor crónico persiste más allá de los tres meses, incluso cuando ya no hay una causa física evidente. Esto ocurre porque es el cerebro el que lo genera como una especie de alarma que no se apaga.

¿Por qué se vuelve crónico?

La sensibilización es clave en este proceso. Con el tiempo, el sistema nervioso puede quedarse "encendido", interpretando señales normales como dolorosas. Esta hipersensibilidad hace que la percepción del dolor se intensifique y se vuelva más fácil de activar, generando un ciclo difícil de romper.

Consecuencias que van más allá del dolor físico

El impacto del dolor crónico no es solo físico. El 65% de quienes lo padecen también sufren ansiedad o depresión. Además, el 20% experimenta aislamiento, baja autoestima e incluso pensamientos suicidas. A esto se suma un mayor riesgo de desarrollar enfermedades como hipertensión, diabetes y sobrepeso.

¿Qué se puede hacer?

El primer paso es no dejar pasar el tiempo. Cuanto antes se busque ayuda, mayores son las posibilidades de mejorar. Existen tratamientos efectivos que incluyen terapias de relajación, actividad física regular y abordajes integrales que combinan cuerpo y mente.

Escuchar al cuerpo, pero también al alma

El dolor crónico es una señal de que algo más profundo necesita atención. Abordarlo a tiempo y de manera integral puede cambiar la vida de quienes lo sufren.

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