El hombre inició el trámite, luego del divorcio con la madre biológica de la niña, hija de una pareja posterior de la mujer, que nunca ejerció su rol parental por lo que solicitó adoptar a la menor de 9 años debido al lazo afectivo que une a ambos.
En la audiencia, la niña, en presencia de la Defensora de Niñez, Adolescencia e Incapaces, pidió identificarse con el apellido de quien ella considera su papá desde temprana edad y quien es el padre biológico de su hermana.
La pequeña manifestó además haber conocido a su papá biológico cuando era más chica, pero que “no lo volvió a ver” y que tampoco es “su deseo verlo”.
Al respecto, su madre manifestó acuerdo con la pretensión del hombre por considerar que también es voluntad de la niña ser adoptada legalmente y llevar el apellido de quien siempre se comportó como su padre.
Por su parte, la jueza interina del Juzgado, Natalia Giunta, destacó que se trató de “una adopción de integración”, de carácter excepcional, dentro del sistema de la adopción en general; especialmente en este proceso donde el adoptante es el ex cónyuge de la progenitora de la niña”.
Asimismo, la magistrada sostuvo que “se torna evidente y palmario” que es el adoptante quien le ha impartido a la niña “el amor, educación y sostenimiento emocional que ha necesitado para su sano desarrollo”.
En el fallo, se tuvo en cuenta que la niña solicitó en forma expresa su deseo de cambiar el apellido, es por eso que “resulta fundamental ponderar el respeto por el derecho a la identidad de la adoptada y tener en cuenta no sólo la prerrogativa de esta a conocer su realidad biológica sino, además, enaltecer el resguardo por la identidad”.
Finalmente, la jueza Giunta destacó que “la niña ha sido criada y se encuentra incorporada incluso a los vínculos familiares de la ex pareja de su madre biológica, habiéndose probado que en su vida cotidiana y social se proyectó como hija” del padre adoptante.
Fuente: Télam
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