Según datos del Ministerio de Salud, en nuestro país cada 100.000 mujeres, 24,4 mueren por cáncer de mama y el riesgo crece conforme aumenta la edad, alcanzando valores de 151,6 fallecimientos cada 100.000 mujeres mayores de 80 años. La mayoría de los casos son de origen esporádico y un porcentaje mucho menor tiene antecedentes heredofamiliares o genéticos que pueden predisponer a las personas a la enfermedad.
Desde el servicio de Ginecología del Hospital de Clínicas, el Dr. Gustavo Cortese (MN 780.444), sostiene: “Lamentablemente tenemos a nivel hospitalario mayor proporción de pacientes con cáncer localmente avanzado que lo que se ve en la práctica de consultorio particular. Que no se hicieron los controles por desconocimiento o por dejarse estar y que ya vienen con el tumor. Por ello es fundamental reforzar las medidas de prevención”.
Como en el caso de otras enfermedades, existen dos tipos de factores de riesgo de cáncer de mama, los modificables y los no modificables. Dentro del primer grupo, se encuentran el sobrepeso, la falta de actividad física, el alcoholismo y los tratamientos hormonales que incluyen el consumo de estrógeno por tiempos prolongados y pueden aumentar la incidencia de esta enfermedad en grupos determinados de pacientes.
Los factores de riesgo no modificables abarcan los antecedentes familiares de cáncer de mama, el comienzo de la menstruación antes de los 12 años de edad y de la menopausia después de los 55 años de edad, que exponen a las mujeres a niveles de estrógenos por más tiempo, lo cual aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad.
Si bien los hábitos de vida pueden influir en el desarrollo de la enfermedad, es crucial recordar que la detección precoz sigue siendo el pilar fundamental en la lucha contra el cáncer de mama. Realizar controles médicos periódicos es una recomendación preventiva fundamental para mejorar el pronóstico y aumentar las tasas de supervivencia en los casos diagnosticados, afirman desde el Clínicas.
“Diariamente estamos expuestos a factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de mama, y el estilo de vida desempeña un papel clave, particularmente en lo que respecta a las elecciones alimentarias”, sostiene la Lic. en Nutrición Stefanía Giselle Lazzaro (MN 10330), desde el Departamento de Alimentación y Dietética del Clínicas.
La relación entre la nutrición y el cáncer de mama es un campo de investigación activa. El Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer (World Cancer Research Fund International) ha emitido diversas recomendaciones para reducir el riesgo de esta enfermedad. Entre ellas, destaca la adopción de una alimentación equilibrada y variada, rica en fibra, grasas saludables y proteínas de origen vegetal.
“Es aconsejable aumentar el consumo de frutas, verduras, legumbres, aceites, frutos secos, semillas, carnes magras y cereales integrales como centeno, cebada, fideos y arroz integrales. Mientras que es importante moderar la ingesta de azúcares, bebidas azucaradas, alcohol y alimentos ultraprocesados principalmente a base de carne, “de paquete”, tales como salchichas, fiambres y hamburguesas”, agrega la nutricionista.
Además, aunque no está directamente relacionado con el factor dietético, la actividad física regular es un complemento fundamental, ya que ayuda a mantener un peso saludable, lo cual también contribuye a reducir el riesgo de cáncer de mama. Lazzaro aclara que “estas recomendaciones deben ser adaptadas de manera individual, por lo que es esencial consultar a un profesional de la salud”.
Tomar alcohol es otro de los factores modificables para reducir el riesgo de enfermarse. El Dr. Gabriel Arcidiacono, Jefe de Toxicología Clínica del Hospital de Clínicas de la UBA (MN 117.135), afirma que “está demostrado que su consumo causa mayor riesgo de padecer cáncer de mama. En mujeres que consumen por día alrededor de 12 gramos de alcohol (aproximadamente una copa), el riesgo se incrementa hasta un 10%. Está probado que los niveles de estrógenos aumentan después del consumo de alcohol incrementando el riesgo de cáncer de mama inducido por estos”.
Otra sustancia sobre la que advierten los especialistas es el tabaco. De acuerdo con un informe desarrollado en 2023 por la red de Hospitales Universitarios de la UBA, el consumo de tabaco y la exposición al humo son una de las principales causas de cáncer. El humo del tabaco contiene miles de sustancias químicas, incluyendo al menos 70 que se sabe que causan cáncer, que se conocen como “carcinógenos”. Entre esas sustancias se encuentran la nicotina (sustancia química adictiva), plomo, arsénico, amoníaco y elementos radiactivos, como el uranio.
¿Cómo detectarlo?
En primer lugar, es importante realizarse una mamografía anual a partir de los 40 años. El médico ginecólogo es quien hace la derivación e indica, en caso de presentar antecedentes de la enfermedad, si la persona debe iniciar estos estudios a una edad más temprana.
Los especialistas del Clínicas explican que se trata del único método de imágenes que en la actualidad ha demostrado reducir tanto la mortalidad por esta enfermedad (en un 30 a 40%) como la incidencia de cáncer de mama avanzado (25%). En los casos de pacientes que tengan características radiológicas de mamas densas (aquellas que tienen más tejido fibroglandular que tejido graso), se recomienda complementar el estudio con una ecografía mamaria.
En segunda medida, es importante que la persona pueda conocer sus mamas para advertir cualquier signo fuera de lo común. Las lesiones palpables suelen tener al menos 1 cm de diámetro. El beneficio de los estudios de screening o tamizaje como la mamografía es detectar estos tumores en etapa subclínica, siendo la posibilidad de curación más alta. Por lo tanto el autoexamen mamario no es el diagnóstico precoz por excelencia.
Los signos de advertencia del cáncer de mama pueden variar en cada persona o no presentarse directamente. ¿A qué prestarle atención? A la aparición de un bulto nuevo en la mama o la axila, al aumento del grosor de la mama o a su inflamación, irritación o retracción, a hundimientos en la piel de la misma, al enrojecimiento o descamación en la zona del pezón y a cualquier tipo de dolor en la mama. En estas situaciones, se debe recurrir al ginecólogo para su estudio y control.
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